Llegó el día de abordar el avión, cayó un domingo,
lo que le parecía bastante conveniente ya que así no tendría que ir a la iglesia. Le
aburría mucho, y también a su madre y a su padre y a Santiago, pero iban. La
única explicación que le deba su madre era porque a veces se tenían que hacer
cosas que no nos gustaban. "Es así Luis, y deja de quejarte". Menuda justificación. Le parecía que todos a su
alrededor eran muy tontos, pero él no podía decirles lo tontos que eran, sólo
por ser mayores.
Bueno, como quiera, lo habían levantado a las cinco
para ir al aeropuerto. Por ser domingo y ser tan temprano llegaron en treinta
minutos, algo extremadamente raro en el Distrito Federal.
No estaba muy emocionado cuando le dijeron que
pasaría tres semanas en Canadá –otra vez—pero lo cierto es que al llegar con
sus maletas y recorrer las salas y pasillos del aeropuerto lo fueron haciendo
cambiar de opinión. Además, Canadá era un lugar bonito, limpio y seguro y tal
vez vería a algún amigo hecho las vacaciones pasadas, aunque era poco probable,
casi ninguno regresaba dos veces seguidas al campamento.
El aeropuerto le aburría, pero también le gustaba.
Escuchar gente de todos lados hablando idiomas que no entendía, ver de vez en
cuando cómo todo mundo se abalanzaba sobre algún famoso que llegaba, y sobre
todo, después de una larga espera de horas y horas que parecían no terminar,
escuchar esa voz que decía “pasajeros a bordo”.
Había ido tantas veces que ya sabía el camino casi
de memoria. Todo estaba inusualmente tranquilo, pero era por la hora. Se fue
adormilando de nuevo y le pidió a su madre si podían regresarse a la casa, porque
el sueño comenzaba a pescarle.
Ella reía.
Risa, pero no una respuesta. Odiaba que lo
ignoraran, que lo trataran como a un niño pequeño cuando ya era grande. Tenía
once años casi recién cumplidos, lo suficiente para entender cosas de adultos y
saber cómo llegaban los bebés al mundo. No era un ignorante de la vida, pero
nadie se daba cuenta de eso.
Documentó su equipaje, su madre lo acompañó hasta la
entrada de las salas de abordaje y le dio más recomendaciones sobre cuidar el
dinero, lavarse bien tras las orejas y no separarse del grupo.
--Seguro haces muchos amigos, cariñito, luego nos
contarás. Tú y Santiago tendrán mucho que platicarnos cuando las vacaciones
terminen. Anda ahora vete y pórtate bien.
Le dio un beso en la frente, dejándole una marca roja
de labial carmesí.
--Adiós, mamá.
Entró a la sección de la aerolínea que le tocaba y
se puso los audífonos, esperando que la batería aguantara hasta que el avión
despegara.
Estaba sólo y comenzaba a desesperarse. Pronto llegó
una familia de obesos y esperó que no le tocara sentarse junto a ninguno de
ellos. Después una pareja de viejitos. Luego una señora con un bebé y su
esposo. Unos jóvenes como de veinte años y así, la sala se fue llenando.
Había otros chicos de su edad, pero iban con sus
padres. no veía a nadie con gafete. Casi todos los que viajaban a campamentos
se ponían un gafete que decía a cuál campamento iban y era común encontrarse al
menos un par de ellos, pero él era el único.
¿y si su madre se había equivocado? Y si su avión
había abordado un día antes o abordaba un día después, entonces tendría que
dormir ahí y esperar más eternidad. Comenzó a angustiarse y a cruzar los dedos
para que la fecha fuese la correcta.
Al medio día anunciaron la salida del vuelo y por
fin pudo abordar sin ningún problema. Ahora creía que él era el único chico que
iría ese año al campamento y estaría todo un poco solitario y aburrido.
El viaje era su parte favorita, estar en el avión,
él solo con sus pensamientos. Sin nadie que lo regañara o le dijera que ya debía
dormir. A pesar de todo, el sueño lo venció y cuando despertó ya estaban por
aterrizar.
Ahora venía esa parte que le ponía nervioso. Que lo
registraran, que le dejaran pasar con sus maletas, que no encontrar algún arma
que alguien más, deliberadamente, hubiese metido en sus pertenencias para que
tuvieran que deportarlo. Todo eso podía pasar, o podía decir mal una palabra y
lo confundirían con un ilegal y entonces no vería de nuevo a sus padres, ni a
Santiago, ni los chicos de la escuela. Por tener cabello rubio y tes blanca
muchos pensaban que era americano o de algún otra parte y eso le aliviaba un
poco.
Pasó cada prueba sin problemas, con la maestría de
un viajero experimentado y al final salió victorioso. Después de todo, había
una chica con gafete esperándolo en una de las salidas y supo que de ahora en
adelante la peor parte había terminado. Tomaron un taxi y se dirigieron al
colegio en donde pasaría las próximas tres semanas alojándose.
Vio la ciudad, los altos edificios, las calles limpias, chicos patinando, viejas construcciones al estilo victoriano. Cada vez que volvía sentía que era la primera vez que estaba ahí. Todo era tan diferente al lugar en donde había nacido y crecido,
y todo el mundo parecía estar siempre feliz y de buen humor. Así eran los
canadienses, tan alegres.
Me encantó, las descripciones están muy bien :D
ResponderEliminarTe contaré que penaba dejar un comentario en le primer capitulo pero al ser tan cortito me pase directamente al segunda. Me gustó mucho^^
Un beso
Hola! muchas gracias, la verdad no esperaba que nadie se metiera a visitar mi blog y oh sorpresa me llevé!
EliminarBeso :*
Mucha suerte con el blog. Y mil gracias por pasarte por el jardín del Edén. Espero que sigas disfrutando de mis delirio tanto como yo disfruto de tus entradas. Me gustaría poder leer más pronto ^^
ResponderEliminarUn besito.
Aww muchas gracias, tus palabras significan más de lo que imaginas :D
EliminarBesos :*
Me gustó mucho! En serio, está muy bien este comienzo :D
ResponderEliminarte sigoo!
Un beso^^
Aww que linda, mil gracias ^^
Eliminar¡Muchísimas gracias por pasarte por mi blog! Espero verte con más frecuencia por aquellos rincones, y gracias por tu comentario, no sabes lo feliz que me hace leer esas cosas ♥
ResponderEliminarTe sigo desde ya, me ha gustado mucho el comienzo de tu historia, y espero poder leer la continuación pronto.
¡Un beso! ♥
Mil gracias guapa <3
EliminarHolaaaa! Me gusta mucho continua así espero que publiques el 3 capitulo pronto.
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, espero verte con mas frecuencia por allí si me siegues te sigo un besitoo guapii <3
¡Hola de nuevo! A la espera aún del próximo capítulo, acabo de recomendarte en mi blog 'Juego de Cartas' ♥
ResponderEliminarUn beso!
Me encantó. Por alguna razón, con el sólo decir "Luis e Iván: una novela de dos chicos", ya llamás la atención.
ResponderEliminarQué linda edad, los once años. Me gusta la forma en que pudiste plasmar su edad en esa inocencia y ese sentir y ver de las cosas que tiene. Es algo difícil, la verdad.
Canadá, qué hermoso lugar que debe ser. Nunca salí de mi país, de Argentina, la verdad xD así que ir a cualquier lado me emocionaría, pero Canadá me da la impresión de que debe tener buena gente, también. Sería el tipo de lugar tranquilo en el que me gustaría vivir.
Me pregunto cómo le va a ir en el campamento de verano... nunca fui a uno, y sólo conocí a una persona que sí, a mi primo. Pero no le gustaba, así que nunca le pregunté, y no sé cómo son. Supongo que lo averiguaré leyendo está historia :).
Lindo inicio, linda narración.
¿Te puedo pedir que te pases por mi blog? Es este:
http://dentrodeuncorazon.blogspot.com.ar/
Si no podés/querés no hay problema, yo igual te sigo leyendo y comentando :).
Me alegro que te gustara, mil gracias por leerme.
Eliminar:D
¡Hola! Que puedo decirte, sinceramente me encantó. Me has hecho recordar mi niñez, y todos esos miedos infantiles, el saberse grande siendo tan pequeño. Me gusto muchísimo ^^. La respuesta de la mamá, já, las madres siempre contestan así. Bueno, la mía sigue diciéndome lo mismo cada cierto tiempo :)
ResponderEliminarTe seguiré leyendo.¡Hasta pronto!
tes blanca muchos
ResponderEliminarTEZZZZZZZZZZZZZZZZZZ
jajajajaja, y algún que otro fallo tonto, pero aun así, me gusta, aunque no es de mi estilo, lo siento :/
Tengo que decirte que me gusta mucho el estilo del blog y la disposición de los capítulos, quitando el fondo en mosaico que no es del todo mi estilo :)
Yo viajé muchisimo por toda españa y ecuador en avión, coche, tren y cualquier cosa que se moviera. Aunque siempre tenía a mi azafata particular que me ayudaba ^^
Ya te seguiré leyendo, promesa de lector amateur