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"La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras." - Jean Jacques Rousseau

miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 8 p. 2

Fue a su cuarto y se encontró a su extraño compañero de cuarto poniéndose el pijama.
--Hola—le dijo.
La hora de acostarse era la única en la que cruzaba una o dos palabras con él, pero no más, o sino los otros chicos podrían creer que Iván le caía bien y le dejarían de hablar.
--Hola—contestó Iván con su imperturbable tono de voz.
A Luis se le ocurrió que aquella era la ocasión perfecta para indagar algo sobre él, tenía la mejor excusa.
--¿no bajarás a hablarle a tus padres?
--Mmmm, no.
--¿Por qué no?
--Porque no.
Era más fácil hacer hablar a las piedras. Cambió de tema, a ver si lograba distraerlo de ese modo y después, intentaría de nuevo.
--¿Ya terminaste el libro que estabas leyendo?
--Ya, es la segunda vez que lo leo.
--¿En serio? ¿Lees los libros dos veces?—preguntó Luis con sincera sorpresa.
Iván intentaba doblar su camisa sobre la cama sin conseguir que quedara bien, haciéndoa, deshaciéndola y rehacíendola una tras otra vez.
--Sí, ¿tú no?
--Estás loco, si hiciera eso no podría leer otros libros.
--¿y si el libro te ha gustado mucho?—preguntó Iván interrumpiendo su tarea por un momento.

--Pues ya lo tengo en mi cabeza, puedo recordarlo cada vez que quiero.
--Pero no exactamente igual.
--Pero da lo mismo, ya sé que pasa. Además, yo sólo leo libros gruesos—dijo con autosuficiencia. Por fin podía presumir de sus dotes literarias—he leido libros de setecientas páginas y eso, porque no he encontrado más gruesos, pero tenía la letra pequeña así que pude ser de ochocientas.
--¿En verdad?—preguntó Iván impresionado--¿y cuánto te llevó leerlo?
--Pues…--dijo Luis tornando los ojos mientras intentaba recordar—tal vez cien noches, no sé.
--¿Y la historia era buena?
--Ahmm, pues sí…era sobre un…psicópata-dijo añadiéndole especial intensidad a la última palabra. Ahora estaba en donde quería, había dado en el clavo para saber algo más sobre Iván—y quería matar a su inquilino. Al principio todo era aburridamente normal y descriptivo y pensé que iba a tener unos dieciocho años cuando terminara el libro, pero por la mitad se pone muy bueno.
--¿Y qué ocurrió?—preguntó Iván, olvidando lo que hacía y jalando una silla para escuchar la historia. Luis se sentó en la orilla de su cama permanente—no había dormido en la otra desde la llegada de Iván—y prosiguió:
--Pues un día el psicópata decidie que ya llegó la hora de matar al Mirkoff, su inquilino, y planea tenderle una trampa…pasa horas en eso, pero es realmente entretenido y es tan obvio, pero Mirkoff no lo sabe y va tan tranquilo!


Iván abrió aún más sus grandes ojos con las palabras de Luis. Ciertamente, el chico tenía una habilidad natural para contar historias, entretener a la gente, aunque no se daba cuenta de eso pues en casa no tenía a nadie con quién hablar de eso. Disfrutaba tener a un publico, aunque fuese de una persona.
--Cada paso y acción que Mirkoff hace está planeada y ya sabes que las cosas irán mal ¡sí lo sabes! Y el libro te mantiene tan tenso que me parece que llegué a sudar, pero Mirkoff también es inteligentísimo y se da cuenta de que algo ocurre, pero son detalles pequeñísimos que a ti se te olvidan…entonces es cuando tiene sentido la primera parte del libro, es aburrida a propósito para que se te olvide que ya te dijeron eso con lo que Mirkoff descubré que lo quieren matar. Pero Dillon, el psicópata, no se le da nada y nota que Mirkoff lo ha pillado y… no puedo decirte lo que pasa.
-- ¿Por qué no?—dijo Iván, cambiando el tono de voz por vez primera—Mirkoff se salva no? El protagonista siempre se salva.
--Bueno, no puedo decírtelo porque te arruinaría la historia.
--Pero no conseguiré el libro, jamás sabré que pasa.
Luis se lo pensó un poco, porque si Iván lograba conseguir el libro entonces ya no tendría caso leer las partes aburridas y luego las divertidas si de todos modos ya sabía el final.
--Anda—insistió Iván—cuéntame y te doy algo.
--¿qué me darás?
--primero dime si Mirkoff se salva, aunque seguro que se salva.
La oferta era tentadora, tenía que saber qué e ofrecía Iván, podía ser algo estupendo o un engaño. Se lo pensó un momento y concluyó que no perdía nada arruinándole el final, total, muy problema de Iván.
--Bueno, Mirknoff logra avisarle a la policía y llegan
--Já! Lo sabía—interrumpió Iván, triunfal
--Pero llegan tarde, Dillon mató a Mirknoff.
--No—pronunció Iván, descreído.
--Sí—sostuvo Luis—lo hizo de la misma forma en que unos asesinatos extraños mencionados muy al principio ocurrieron. Siempre era así, la policía llegaba tarde y Dillon se escapa y se iba a otro lugar a matar a alguien más. Así había sido, por diez años y seguiría igual, porque los policías son muy tontos para descubrirlo.
Los chicos se quedaron en silencio unos segundos y Luis agregó:
--¿Qué me darás?
Otro silencio.
--¿Crees que esté basado en hechos reales?—preguntó Iván.
--Sería de miedo—Luis sintió un escalofrío recorrer su espalda tan sólo de imaginarlo.
--Bueno, yo leí una historia que lo estaba, esa era la peor parte…
Iván comenzó a contarle el relato, después conversaron sobre asesinatos extraños y crímenes sin resolver, sobre la calle Morgue, sobre sus animales favoritos y sobre el hecho de que Iván siempre había querido un perro, pero sus padres no lo dejan porque decían que eran muy sucios. Luis le contó sobre Trufa, su Cocker Spaniel y unos peces de su hermano, que murieron a las tres semanas de comprarlos porque siempre olvidaba cambiarles el agua o alimentarlos.
Luis decidió que Iván no era tan aburrido como parecía, ni tan raro; simplemente era de esas personas a las que no les gustaba hablar mucho al principio, pero una vez que se les conocía mejor eran como los demás. Iván era incluso un poco mejor, porque sabía buenas historias, aunque no fuesen de libros gruesos.
Pasó la hora de dormir y  ellos continuaban hablando hasta que un instructor llegó a interrumpirlos.
--¿Qué hacen aún despiertos? Mañana no querrán levantarse y no los esperaremos si se retrasen, debemos tomar el autobús para ir a la Costa.
Los no se habían percatado de la hora que era, incluso les hubiese gustado seguir charlando y hablando de fantasmas y apariciones, pero el instructor les obligó a apagar las luz y no les quedó más remedio que dormir.
Luis se tapó hasta los ojos, le gustaba sentir las cobijas en su cara, era como aislarse del resto del mundo y estar protegido. Asomó un poco la nariz y en la oscuridad vio que Iván se había vuelto de lado.
--¿Qué vas a darme?
No le contestó. Creyó que Iván se había quedado dormido por lo mucho que tardó en decir algo.
--No sé, en realidad no tengo nada.
Fantástico. Iván se cubrió por completo para que Luis no molestara y este hizo lo mismo, sintiéndose un tonto por haberle develado el final a su compañero.
“Como quiera, el sólo se arruinó la historia” pensó.
Una vez que la charla cesó los muchachos se quedaron profundamente dormidos y no se escuchó nada más, sino su respiración.

Creditos de las Fotos: Desconocidas, encontradas en la web. Yo no soy la autora de ellas.